Bermillo homenajea a Carolina San Eusebio, la matrona que ayudó a nacer a más de 300 niños de la localidad

Amigos, familiares y vecinos de la localidad recuerdan el trabajo «invisible» de la partera que asistió desde 1930 a 1970 la mayoría de alumbramientos en Bermillo de Sayago

José (Pepe) de Paula la recuerda así «Tengo grabada en la memoria de una señora mayor, con la toquilla negra, su brillante pañuelo, su jarra de cristal con agua caliente y una toalla blanca sobre el brazo izquierdo«. De esa guisa, Carolina iba perseguida por una legión de niños en dirección a la casa donde se producía el nacimiento.

Asistentes al homenaje a Carolina San Eusebio / Foto: pueblosdesayago@gmail.com

Cuando una mujer rompía aguas, la primera en conocer la noticia era doña Carolina. No había Seguridad Social y aunque la asistencia médica era suficiente, las gentes requerían la presencia de esta buena mujer que, acompañaba a la parturienta y asistía al niño en los primeros minutos de vida. No en pocas ocasiones, junto al médico, asistieron algún parto donde el bebé venía con alguna vuelta de cordón y, tanta era la confianza de Don Agustín, el médico, que si un parto se complicaba y no lo resolvía Doña Carolina, lo mejor era marchar corriendo para Zamora.

Recuerda Nines Carrascal que el parto «antes y ahora era un acto que comprometía un cierto riesgo«. Y la señora Carolina aportaba tranquilidad, sosiego y asistencia experta en un momento extraordinario de la vida. «Una mezcla de peligro y excitación». Relata también algunas anécdotas, como cuando nació Toñina, la hija de Don Atilano, el maestro. Él, esperaba un primogénito varón y, al nacer la niña (preciosa por cierto) no quiso ni mirarla (por lo que le tocó disculparse años después). O Sasi (Isaac Macías), ya que sus padres esperaban una niña, pero Carolina, asistida por Isabel García (de los Pintados) ante la pregunta de la madre sobre el sexo del bebé respondieron «es niña, pero con dos cascabeles».

Su familia, ha protagonizado probablemente el momento más emotivo. Enumerando recuerdos y vivencias junto a Carolina. Ella, con casi 90 años nos dejó en 1984, dejando el vacío que dejan aquellos «que hacen cosas que se echan de menos cuando ya no hay quien les sustituye«. Desde hoy una placa reza lo siguiente en su puerta:

Aquí vivió doña Carolina San Eusebio Garrote (1893-1984) Hay mujeres que salvan vidas. La señora Carolina fue una mujer extraordinaria, partera vocacional, humilde y generosa. Eterna tejedora del hilo de la vida.

Gracias Doña Carolina por ayudar, sin pedir contraprestación, a tantas madres de sayago.

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