Guti recuerda a Susi el cabrero con un precioso poema que él mismo le recitó y que le prohibiría publicar porque, en su modestia afirmaba «»no soy poeta, soy un cabrero que vive de ordeñar tetas»
Texto de José Luis Gutiérrez «Guti» en homenaje a su amigo
El domingo, en la residencia Conchita Regojo de Fermoselle murió Jesús Cortés, Susi el Cabrero de Fornillos de Fermoselle, hacía quizá quince años que no lo veía y cuando Mercedes y Víctor me dieron la noticia sentí una amarga punzada, allí entre la profunda pena de perder a un ser inolvidable y la culpa de tenerlo tan lejano.

Susi fue uno de los ídolos de mi infancia, aquella infancia mía en que escuchaba, antes de comer, lunes miércoles y viernes, en casa de mi abuela Cristina «la Copla y el Cante«, un programa de radio local en el que se dedicaban los hits musicales de una España entonces agonizante y pegada a la Marifé, Estrellita, Imperio, Valderrama y compañía. Seguramente este anacronismo mío en los gustos musicales venga de aquel tiempo, en el programa se leían a diario versos que mandaban los oyentes, una red de vates populares que cantaban a su pueblo, a los amores, a la España imperial o a la Nueva, allí es donde me enamoré de un tal Susi el Cabrero de Fornillos porque sus poemas más que la mayoría de los otros hablaban de las cabras, del monte, de las peñas y eso, vaya usted a saber por qué ya me interesaban.
Ya con los diecimuchos, de la mano de Victor y Memé conocí Fornillos y una noche de verano sentados en el poyo del bar, apurando un botellín, se me sentó al lado, me dijo soy Susi el Cabrero, tú quien eres y se me vino a la memoria aquella infancia feliz.
Nos quisimos bien, congeniamos, yo asombrado en su verbo fácil, en su saber profundo, en su fuente inagotable de historias, él quizá en el sentirse escuchado, que es una necesidad profunda, que cuando no se da te arruina la vida, tenía una memoria prodigiosa, un relato prolijo en detalles, cuajado de humor, de situaciones morbosas, escatológicas, de dramas terribles y de tragedia, de mucha tragedia, de mucha falta de amor, de mucha soledad, de una vida marcada por el estigma, por la necesidad y por el trabajo. Tengo cientos de memorias suyas, pero hoy voy a trascribir uno de sus poemas más hermosos que apunté a vuelapluma en un cuadernillo que esta mañana me ha costado encontrar, de verlo publicado me reñiría «no soy poeta, soy un cabrero que vive de ordeñar tetas«:
Cuando salgo con mis cabras por la mañana temprano con ruido hacia la solana subo la cuesta cantando. Hacia las peñas del Águila, del Águila a los Basales, de los Basales a los Sentajos, de los Sentajos al Pino, del Pino al Cabacaero ha sido siempre el careo de muchísimos cabreros. Como fue Simón Maerín como Agustín Cotorruelo como lo están siendo hoy Jesús Cortés y Vaquero. Que pongan crespones negros del Pino al Cabacaero por el tío Manuel Martín que fue el rey de los Cabreros. Desde el Picón de la Guardia hasta el regato el Trival de colaguita en colaga anduvo el pobre chaval. Ay mi Vicente Rodríguez mi Pascual y mi Manuel mis cabreros legendarios de la soga y el cordel. Ay mi Puertea de la Viga Ay mi paya el Buracón cuántas siestas panza arriba con salero me he echao yo. Berrea una cabra en la Choisa guaya una zorra en el Pino ladra en el sanguino un perro y con alto Señorío canta en La Faya un cabrero. Susi, te recordaremos. Firmado, José Luis Gutiérrez "Guti"
