Aquí estamos con julio, y no con el que canta precisamente, y si malo fue junio, agárrate… que ¡Ojito con éste!
Vamos con el relato de José-Vicente el de Villamor de la Ladre. El primero de algunos en este mes
A SEGAR EN LO DEL MONTE
Julio era el mes de la siega «en lo del monte«, centeno y algún bajo envuelto de «garrobas«.

¡Qué malas eran las tierras del monte!
Las tierras del monte, pagaban mal. No se estercaba, se sembraba ralo, el nitrato tardó en inventarse, (inventao ya estarié, pero no había llegao a Sayago). Así que el resultao… una porreta aquí, otra allá y otra acullá. Poca paja, poco grano y mucho piriñino con alguna lenguardia que otra y, ya se sabe»:
«El labrador que en la sementera no arranca las lenguardias, en la siega le pican en las barbas»
Dicho popular sayagués
En la «siegaelcenteno» se tenía abandonao casi todo: la casa, los huertos, los animales… hasta los hijos que, en el mejor de los casos, quedaban al cargo de alguna «arrollona» de la familia o de las abuelas, y mal pa unos, mal pa los otros tamién.
El bercio
¿Os ha chocao el «bercio» (cuna de madera) de la foto del principio de este texto? ¡Paece que no pegará mucho aquí!
El bercio se llevaba pal rastrojo cuando el niño era muy niño, con meses, atravesao por delante de uno en la burra, y de la misma manera, volvía pa casa al oscurecer para que la criatura durmiera de noche.
Y al día siguiente, vuelta a empezar
¡Qué largos eran los días de siega!
Acordó el ti Agustín de empezar con el centeno, el tiempo se echaba encima, bien diz el refrán:
«Por sembrar templano y segar verde, ningún labrador se pierde»
Dicho popular sobre la siega
-Venga muchachos, «dejay el arradio y marchay a echar», que mañana vamos a dir pa la tierra El Plantío; me pasó razón el tí Gabriel que, en aquel bajo, tolas espigas miraban ya pal suelo y, si parriba hay algo verde, «con esta vuelta se seca«. ¡Tú, Pedro! Haces lo de tolos días, rebulles las vacas que caguen y meen dentrol cortino y a la » salidaelsol» en el esperadero, a ver si no eres el último en entrar. A la «horasalir» en cuanto veas al guarda encima la peña las llevas al agua y pa casa, que mamen los terneros y pal cortino otra vez, que siesten allí. Después coges la bicicleta, las botellas de agua en las alforjuelas y vas pa la tierra.
-¡No sé yo si daré con ella! dijo Pedro-
– ¡Sí hombre, sí!, luego das con ella, que es la del bico de la «puntabajoelvalle» enseguida nos ves, no creo yo que «haiga pallí» mucha gente.
En el arradio sonaban cantando Manolo Escobar y sus guitarras, que así se hicieron llamar cuando empezaron con la música. Los muchachos se marcharon pa la cama medio rezungando.
COMIENZA EL DÍA DE SIEGA
No había rayao el dia cuando el tío Agustín y la tía Claudia ya estaban de pino aviando la burra, metiendo en las alforjas la comida «pa tol día«, la cántara del agua, las hoces envueltas en un farrapo, la piedra de aguzarlas, y lo más que fuera.
Venga muchacho, vai a estacar la burra en aquel rudillo, ten tiento que no alcance el pan.
Con unos rayines de sol en la tierra.
-Venga muchacho, vai a estacar la burra en aquel rudillo, ten tiento que no alcance el pan.
La tía Claudia colgó la cesta en un roble, pal lao la sombra, allí no le entraban las hormigas.
El tío Agustín se puso los dediles y comenzó a cortar «suco alante por la metá» dejando las manadas detrás paqué el muchacho fuera poniendo encima.

-Ahora de «templano» que no haz calor da gusto segar, que no «duel» la trasera, las hoces también cortan bien, que me las aguzó Esteban en la fragua con la piedra de vuelta.
La tía Claudia se quedaba «alguito patrás» pero hasta bien entrada la mañana se resistía con tres «sucos«. Dispués ya cogía a dos, pa dir juntos; si se da uno en quedar patrás «es mi mala vida«.
Volvían atando, que, como diz el refrán «lo que no está atao, no está segao«, bien podía venir una «puta vieja«* y si lo esgarraba dispués era mi mala vida retroparlo y arrebañar «tolas aquellas pajas».
Ris ras, ris ras
A VER SI LLEGAMOS A LA PUNTA SUCADA
-A ver si «llegamos a la punta esta sucada antes de que se presente el muchacho»
– Ya no nos da vagar, que asoma por el camino pacá.
– Venga, dejay eso sigún está y a comer un «pisco» antes de que se caliente el agua, que trae, que la de la cántara está ya como un caldo.
Se sentaron a «comer las diez» (si hubieran estado en el País Vasco, sería el amaiketaco)
Otra vez al corte. Ya aprieta el calor… y el pensamiento que no para: ¡si éstos muchachos pudieran coger otro camino! Pedro diz que en cuanto cumpla la edá va a echar la istancia pa la Guardia Civil y Clemente paece que también tié intención de que encuantis que venga del servicio se marcha pa Bilbao; por mi parte cualquiera cosa que hagan, bien hecho está con tal de que no se queden por aquí estripando terrones.
Otra sucada más, y a comer
Hoy, que tenemos sombra, echaremos alguito siesta, que cuántos días «haberá» que con el paraguas nos tengamos que conformar y estemos ahí al «rechinasol«.
Comieron unos garbanzos con unas cachas de patatas, y unos cachicos de pizpierno por allí. Alguito enrallada estaba la grasa que había soltao el tocino y el chorizo que la Claudia le había echao, pero con un refrito de aceite y algo de pimentón, bien ricos estaban.
Un ratico siesta y vuelta a la faena
Las sucadas eran largas, pero entre los cuatro le habían dao una buena metida a la tierra.
–Pedro, vai ya a sacar las vacas. Las rebulles primero y miras por allí a ver si hay alguna «buñica» seca que esté entera, la pones sobre la «parede» que pal invierno con cuatro hojarascas bien ha de venir.
«Regojiaron» a eso de las cinco que con estos días tan largos hasta «la postura el sol, cojones tien» y entre oscuro y sol puesto arrancaron pa casa.
Claudia en la burra marchó un momento antes que había que regar el «güertichi de la veracasa«, espachar los marranicos y hacer la cena pa hoy y la comida pa mañana. Clemente cogió la bicicleta y el tío Agustín, con sus pensamientos, arrastrando las albarcas pa casa… habría que mirar a hacerse con otra bicicleta; el caso es que a la «vueltacuatrodias» ahí se iban a quedar muertas de risa. ¡¡¡ Si esos muchachos, pudieran coger otro camino !!!
Y A DESCANSAR, QUE MAÑANA SERÁ OTRO DÍA
Cenaron juntos, escucharon un ratico el arradio y a esperar a mañana que saldría el sol pa los ricos y pa los pobres… y por el mismo sitio que «tolos días».
«Pobre pulga que pillaran debajo» solía decirse.
NOTAS
** Se llamaba una «puta vieja» a un viento superior a una polvareda
