Julio, mes de siega en Sayago

José Vicente de Villamor nos acerca a las jeras de verano en nuestra comarca, entre ellas, la más dura, la siega a mano que duraba hasta el 20 de julio aproximadamente

El libro de Formación del Espíritu Nacional ( Política) de tercero de bachiller se titulaba » Forja de hombres «

… esta también fue una forja mas que aceptable.

Se pasó San Pedro y las cerezas de Luelmo.

Se motilaron las ovejas y se guardó la lana.

A las hoces de corte se le había dao un «aguzao» en la piedra de vuelta; algunos la tenían en casa, otros llevaban las hoces a la fragua. Con la ceniza que caía del cigarro de cuarteron del herrero, sobre el agua que resbalaba de la piedra, quedaban mejor, dónde vamos a parar!

Antes de empezar la siega se llevaban las hoces al herrero para darle un buen «aguzao» en la piedra de vuelta de la fragua. Había quien tenía piedra de aguzar en su propia casa y podía darle un afilado más a menudo.

LAS SIEGAS, QUÉ MALICAS ERAN

Todas las siegas eran malas, pero la del centeno la peor. Las tierras lejos, pocos árboles pa sombra… y los días de los de 14 horas.

Hasta acabar el centeno se tenía todo abandonao, la casa, los patatales, el huerto, los animales… hasta a la familia. Si por una u otra parte había alguna abuela, mas cerca de los 80 que de los 70, los niños de dos añicos pa’lante se dejaban a su cargo tol día, y mal pa unos y mal pa otros.

La cesta con la comida también pa tol día, las hormigas hacían su labor; la cantara con agua también pa tol día y también el sol hacía su labor. El efecto transpiración del barro, aquí perdía el efecto y quedaba solo en barro, fuera de Pereruela, fuera de Moveros, fuera de «Santa María tol mundo» el agua como un caldo, tol día como un caldo.

Aperos de la siega junto con cántaro de agua y pan
Se llevaba la comida para todo el día, y el agua, si no había alguna fuente cercana, también. No era raro que a la cántara del agua le entrara algún «rapaculos» si la tapona no ajustaba bien, igual que alguna hormiga se acercara a «probar» de la puchera

Sombra de paraguas con unos manojos detrás o inventiva: cuatro palos clavaos y sabana vieja encima.

LOS NIÑOS Y LA SIEGA

Pal rastrojo se llevaba «el bercio» atravesao en la burra por delante, y el niño con pocos meses también hacía amistad con el rastrojo y la madre lo amamantaba cuando correspondiera. Solían llorar, es cosa de creer. El bercio había que volver con el pa casa pa que el niño, de noche, durmiera en él.

LA PRODUCCIÓN, MÁS BIEN ESCASA

Se desocupaba mucha tierra pero salían pocos manojos, poca paja, menos grano y mucho piñirino. El bajo había estao bueno pero se llenó de gatuñas y granó mal. ( las vueltas que le di a esta tierra y que mal me ha pagado)

– Eso déjamelo a mí, que agarro las espigas por arriba.

– No, que tu tienes las albarcas, además hay algunas espigas que tienen cuernos y los apaño pal mandil. Día a día, ya tengo medio lato dellos.

-Nos quedan cuatro pa tirar la hoz al alto, después en el trigo ya cerca de casa da gusto segar.

– No mamá, a mi segar no me es gusto nunca.

– Venga hijo, agudico, no te quedes patrás, verás que camisa hemos de comprar en » El buen gusto » pal día Nuestra Señora.

… y se me pasó el dolor de trasera de repente.

En Villamor, 10 de julio, que mas da el año, correría 1965 digo yo.

Jose-Vicente.

SALUD!

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