Hoy vamos a tratar del acarreo… un nuevo texto de José Vicente de Villamor

Después vendría la trilla, la limpia, meter paja y grano… ¡Excuso deciros!


Los días, con poca siesta, bien podían tener 15, 16, 18 horas de trabajo. Escoge tú el número que te dé la gana «pa que no digas que yo te engaño«

El otro día hablé alguito de la siega, y es que de la siega se ha hablado mucho… y lo que te rondaré morena, «si paramos pa vivir». La verdad es que a los que nos acercamos a los setenta la puta siega nos dejó marcados con aquellas calores y el dolor de trasera, no de espalda no, «de trasera«.

El acarreo

Hoy toca hablar del acarreo y lo haré lo mejor que pueda y sepa, como de costumbre. Tampoco esperéis grandes emociones, que hay algunos que si fuera por ellos me tenía que presentar al planeta y tampoco es eso joerrrr! Esto es para entreteneros un poco «sin mas misterio galán, sin mas misterio«
Con cierta risión al comenzar el acarreo solía decirse «esto del acarreo es un desacarreo«. También era duro pero ya el hecho de ver gente, de comer en casa y ver que «el pan se iba ajuntando tenía su aquel«.
En los pueblos donde se trillaba en eras comunales se soltaba (autorizaba) siempre después del 20 para que el que quisiera pudiera ir a Bermillo a la feria. El que tuviera algun animal «pa quitar» pues a ello y el que no, pues a fufutiar algo por allí, ver a la gente y comprar algún digamos capricho, una bacalada, algo de pesca o un pan de torta mismamente. El pan de torta, quizá pesara dos kilos, y como se te hubiera olvidao el talego el casa, iba directamente para las alforjas de la burra, o «tó lo mas» envuelto en un papel de periódico mal atao con una cuerda cruzada.
Al haber pasado el golpe fuerte del verano la gente andaba animada y tenías ganas de verse con los parientes y conocidos de otros pueblos. Podía ser también que tuvieras falta de unas albarcas o algún apero «propio de la era«, pues en el veinte te proveias del.

Pero vamos con el acarreo que es «lo que nos ocupa por esta vuelta».

Poleas para tensar las sogas. Solía decirse que aunque el cargador no fuera muy experto y dejara el carro algo torcido, como estuvieran las sogas bien tensadas, bien sujetos los riñones y se tuviera cuidado con los hoyos del camino «el carro llegaba a las eras de cualquiera de las maneras»


Esencial de todo punto era tener a recao los cuatro estacones, y a poder ser, dos mejor que uno, de repuesto. Las sogas con las poleas y la tornadera de rabo largo, «pancima el carro ya de víspera». El carro bien engrasao con las copas de tocino amarillento-rancio, bien metidas pa dentro con un palico y si no había tocino algo de grasa-manteca ayudada con una pluma de cigueña. Pero a mi me «paece también que entoabia era más esencial tener un buen manojero y un buen cargador» y si aún así se tumbaba algún carro, pa eso estaba el refrán: » no hay que tanto galán, que ir y venir llaman acarriar».

Artilugio para levantar la rueda del carro que se fuera a engrasar, el día antes de empezar el acarreo.


El día de atrás mientras comían las vacas p’al valle, se cargaba el carro en una de las tierras mas alejadas que tuvieras. A la «posturaelsol» se uñia la pareja (a las pobres vacas le era muy mala vida, ir al carro, ya sabían lo que le esperaba de allí p’alante después de tol mes de julio sin hacer nada).
Entre «oscuro y sol puesto», se dejaba el carro en las eras sin descargar.
Al «sotrodia» a la «salidalsol» y un momento antes de que «arrayara» el primer «cachinin colorao» ya estaba a la «puntarriba el carros» el que fuera a descargarlo.
Eran generalmente los mozos y las mozas los que descargaban este primer viaje. Gente con salero, vigorosa y de «buen ver» con vestimenta «blancaciana» y carrillos coloraos. Después, el día andando, las mozas se tapaban la cara con el pañuelo blanco pa que no le «atizara» tanto el sol.
Se andaba a la malicia a ver quién acaba primero, con alguna «reñisqueta» de tu padre por tirar los manojos a la «funerala» pero hasta que no había algún juramento por medio «los mas nuevos poco caso le hacien».
Y venga a por otro viaje también de los mas alejaos que había que acabar lo del monte lo mas pronto posible que el cortineo, aparte de estar mas cerca, estaba «arrecogido».
A medio día a comer, aunque sabido es que «en Villamor de la Ladre» unos comen mas temprano y otros mas tarde» y digo yo, que en los otros lugares pasaría poco mas o menos ¡Qué mas ha de dar!
Se iba pa casa, se soltaba la pareja, se le sacaba unos calderos de agua, se le echaba unos buenos «barcaos de yerba» se hacía uno «la lavada el gato» y a comer se ha dicho.
Y así, un carro detrás de otro y un día detrás de otro también hasta que se acababa.
Había zonas por tierra del pan y muchos mas sitios que «acarriaban» de mañana y trillaban después durante el día. No digo yo que esté mal ideao pero en Sayago, por ser, tanto las tierras como las eras del común, y andar los animales tan sueltos se hacía «desta manera».

El Lanz tenía mucha pegada
Las otras en el interior, con sus correspondientes pies de foto.
El día de salir sería mañana 21 pues se nombra el día 20 que se dejaba para ir a la feria.
PERO CUALQUIER DÍA ES BUENO

Después vendría la trilla, la limpia, meter paja y grano… ¡Excuso deciros!
Los días, con poca siesta, bien podían tener 15, 16, 18 horas de trabajo. Escoge tú el número que te dé la gana «pa que no digas que yo te engaño».
El dormir se dejaba pa la Navidá.


… y ESTO ES TODO AMIGOS, como decían unos dibujos animados, de tiempo mas reciente.
Os intentó entretener un ratico José-Vicente, el de Villamor, pa servir a Dios y a uste y el que tenga una peseta que me la dé.

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