Estas enormes rocas han sido, son y serán un lugar de ocio y divertimento de generaciones de sayagueses…

¿Cuántos pantalones habremos roto allí? ¿Cuántos ratos de risas y diversión? Y… ahora qué sabemos que estas peñas podían servir para ritos de fertilidad… con más razón, tenemos que volver a subirnos en ellas y… ¡vamos al lío que Sayago necesita niños!