El primero de mayo se celebra el día del movimiento obrero mundial. Una jornada que se ha centrado en reivindicar acciones a favor de trabajadores. Y los sayagueses, como lo somos (y mucho) también nos merecemos un hueco… ¿O no abuelo Joaquín?
Zamora, 22 de junio de 1985
Discurso de mi padre Luis Garrido Gómez en AZEFYC («Asociación Zamorana de Empresarios de Fontanería y Calefacción» el día del homenaje a su padre (mi abuelo) Joaquín Garrido Gavilanes por su jubilación:
Agradecer el homenaje que se hace a mi padre, del que nos sentimos orgullosos toda la familia. Ahora bien, y sin menospreciar a nadie, aquí no sólo homenajeamos al fontanero, también al padre, vecino, esposo y abuelo. No sólo homenajeamos la cantidad de años pasados en el oficio, sino también la calidad, el gusto por el trabajo bien hecho y, sobre todo, el excelente trato con la gente. Y no sólo lo digo por pasión de hijo. Los que le conocéis más de cerca, podéis corroborarlo, por eso me atrevo a decirlo públicamente. Pero empecemos por el principio. Mi padre, Joaquín, llego a la fontanería desde la hojalata. Aprendió el oficio de su abuelo, supervivencia lo llaman. Con un padre ausente y una madre a cargo de otros muchos hermanos, "había que buscarse la vida con ingenio y creatividad". Ya lo decía el torero "más cornás da el hambre". Porque mi padre es un hijo de la preguerra y la más dura posguerra (hizo la mili en Carabanchel alto en 1939... pero esa es otra historia) Comenzó en el oficio de fontanero en 1952. Desde que tengo uso de razón hasta hoy (y Dios lo conserve muchos años), lo he conocido en el tajo, con una constancia, voluntad y cariño al trabajo, dignos de admirar en cualquier otra profesión. Llegó con cierto complejo a la fontanería, por haber sido hojalatero (ahora lo llaman el síndrome del impostor, fíjate tú). De ahí su notable afán de superación constante. Cuando deje la fontanería, seguro me lo imagino (y se cumplió) fabricando con sus manos piezas de hojalata: candiles, faroles, farolas, juguetes... En Fermoselle, entre las peñas, ha dejado verdaderas obras de arte: con el plomo, con el galvanizado y, ahora, con el cobre (nota: mi abuelo no conoció el PVC) Recuerdo esas uniones trabajadas a golpe de terraja; y no por eso menos perfectas en lugares incómodos. Pero sobre todo hay que destacar el mimo puesto en la tarea, para que lo realizado dure, y no haya que volver al día siguiente. En el trato con los demás colegas, jamás hizo una mala jugada, aún en esos momentos difíciles por los que se pasa cuando hay competencia. Y para acabar, no podemos olvidar que al lado de todo gran hombre siempre hay una gran mujer: Conchita Gómez González, esposa, secretaria, emprendedora y MADRE. Un porcentaje de este homenaje, es para ella también. GRACIAS A TODOS
Joaquín Garrido Gavilanes nació y murió en Fermoselle (Zamora). Padre de Luis y Ana, mi padre y mi tía, respectivamente. Tiene 4 nietos (Marta, Patricia, Gracia y un servidor) y 3 biznietos (Tomás, Daniel y Luis). No he conocido ni conoceré un hombre más bueno. Trabajador, honesto, leal, cariñoso y buen consejero. Desde el cielo, nos cuida a todos. Doy gracias a Dios por haber vivido tanto (y tan bien) con mi abuelo. Un beso al cielo. Feliz día del trabajo a todos