Beatriz González dirige un vídeo que permite conocer la función social de las campanas en los pueblos de nuestra comarca
Iglesia de San Pelayo, Argañín… alrededor vemos chicos andando en bici, un grupo de vecinos que charlan tranquilamente al fresco y algunos deportistas jugando al frontenis… estamos en verano y el ajetreo del exterior contrasta con la quietud de dentro.
El interior del templo está oscuras y el recorrido de la cámara nos permite bien entre la penumbra algunas esculturas sacras que se honran en la localidad… ¿A dónde vamos? A tocar las campanas y a aprender un poco sobre esta maravillosa tradición que es firme candidata a ser declarada patrimonio inmaterial de la humanidad.
La reportera (Beatriz González) sube con Agustín Blanco al campanario, que con paciencia, va mostrando los diferentes toques que se pueden hacer. El primero, el toque de domingo o festivo.

En él alterna, en un toque animado, el repique de las dos campanas que lucen en las espadañas de la iglesia. Un toque que comienza normalmente con un repique suave y que, poco a poco, se anima para avisar a los feligreses que la eucaristía está a punto de comenzar.
Las campanas eran un medio de comunicación básico en los pueblos. En muchas ocasiones, los vecinos, se enteraban de lo que sucedía, gracias a su toque
Agustín
La gente estaba acostumbrada al toque de campanas e incluso, sabía diferenciar quién era el «intérprete en cuestión». Pero, cuando pasaba algo: fuego, fallecimiento… ¿Quién iba a tocar las campanas? El familiar avisaba al sacristán (que solía tener la llave) o directamente al cura, que avisaba al sacristán para dar el aviso conveniente…
En la zona de Sayago, los «toques a muerto» eran diferentes si se trataba de un hombre, mujer o niño. Normalmente, el toque de dobles era uno, para un niño; dos, para una mujer y tres, para un hombre.
El toque de campanas era una acto gratuito y voluntario.

El oficio se ha pasado entre generaciones. Agustín aprendió de manera autodidacta «madrugando mucho«, porque había muchas oportunidades de aprender… Por ejemplo, todas la mañanas se tocaban las ánimas, y luego, los sábados y domingos se repicaba. Durante el resto de días, un toque normal, de tres campanas y luego el toque del mediodía, que venía muy bien para la gente que andaba trabajando el campo, pues, un reloj de pulsera era un artículo de lujo. Luego por la noche, al oscurecer, se tocaban 9 campanadas
También se hacían toques de concejo, cuando el alcalde, debía reunir a la gente; el toque para fuego o el «tente nublao» para evitar tormentas.
Vídeo completo
Vídeo de Beatriz González Rodriguez en el que interviene Agustín Blanco, uno de los últimos campaneros de Argañín, así como su madre Marga Rodriguez (que hace de entrevistadora) y Mary Roy Santos
Fuentes empleadas:
- Vídeo El Campanero de Argañín, de Nok Turna
- Por el toque manual de campanas como Patrimonio de la Humanidad
- Campaneros del siglo XXI, los guardianes de la lengua de la iglesia (Diario ABC)