A punto de comenzar el mes, José-Vicente el de Villamor de la Ladre nos lo presenta con su peculiar lenguaje
Vaya vaya con el mes de mayo!. Con el mayo de los 50 y 60 pongo por caso; antes y «dispués» también.
Por lo general ya se encargan sus antecesores de que sea guapo y florido, aunque abril este año no haya sido cumplidor con el refrán.
Las mañanas frescas y las tardes soleadas animaban a la gente, aunque ya era un mes bastante mas trabajoso que los de atrás no tenía » comparanza» con los siguientes del verano verano, claro que también el calor apretaba menos, pero desde la primera » hozada» hasta barrer la era ¡ojito!… bastante peor que mayo desde luego.
Así era la compraventa en las ferias de ganado de Sayago (años 50 y 60)
A «tolas» ferias, pudiendo, había que ir de por fuerza, por verse con los parientes forasteros, controlar como andaba el ganao o «a ver por no preguntar«.
El tío Daniel tenía para vender una vaca con un ternero. En casa le quedaban otras tres grandes además de una novilla que pensaba domar este año en la trilla.

Una buena pareja de vacas pa relvar, p’al carro y pa otra cosa «cualesquiera», que además criara bien era el orgullo de cualquier labrador que se preciara.
Las vacas habían llegao de » pal valle» bien comidas, así que en cuanto mamaron los terneros y almorzaron alguito, sacaron la vaca y el ternero pa la calle y a esperar a los compañeros y arrancar pallá.
Enfilaron el camino alante y en cuanto salieron del cortineo y hasta que llegaron al cortineo del otro pueblo tener buen cuidao que no se metieran «pa los panes«. Después como de costumbre, saludar por allí a los conocidos, «sacar el punto y pa drento«.
Vendió la vaca pronto, a un particular que algo se conocían; le pidió y » se le echó encima «. Se la pagó bién, la vaca era buena y de confianza, le hacía juego pa la trilla y el ternero iba a mamar lo que quería y en nada le iba a valer «los mejores cuartos».
La vaca estaba bien vendida, así que, cosa rara pero en el trato ganaron los dos.
Le quitó el changarro, uno pagó y el otro cobró y como el tío Daniel, allí no estorbaba pero falta no «hacié» se marchó con el muchacho pa los puestos, a comer algo de escabeche y una jarrica de vino ( también habían traido pan y longaniza en un talego).
Se encontraron con varios conocidos del pueblo y otros forasteros y comentaron la venta:
– Pronto la echaste p’allá! Se la «daries» a algún particular!
– Si, la llevó uno de Villar del Buey que le hacía juego pa juntar dos parejas en la trilla. Feliciano se llama.
– Si hombre, lo conozco mucho «de cuando mozos » buen muchacho. La vaca va pa buena casa, «no tien» muchas, pero las «tien» bien atendidas.
-Mira si quieres un chato y comes algo con nosotros, que algo «entoabía» nos queda y hemos pedío un cuarterón de «cacagueses».
-No no, vosotros a lo vuestro, pa otro día que nos veamos y sea algo mas breve; yo voy a cojer la bicicleta que es » mucha hora» y si está Nicanor desencargao, arrancamos p’allá.
– Bueno pues «vay con Dios»
– Queday vusotros con él.
El tío Daniel y el muchacho dieron fin del escabeche, la bebida y los «cacagueses» y, aunque se hubieran «astrevido» con otro tanto, pagaron y se marcharon hacia otros puestos que estaban mas allá, en busca de unas albarcas que el verano estaba llegao y tenía buena falta d’ellas. Dispués se acercaron al comercio de ultramarinos y «complaron» una bacalada pa la siega, que pa eso «habién vendío» la Gallarda.

