La economía de subsistencia del siglo XX trajo consigo la construcción de toscas construcciones habilitadas con columbarios para acoger palomas que, posteriormente, eran consumidas en el hogar.
Desperdigados por la tierra de Sayago tenemos cientos de ejemplos. Algunos bien conservados y otros, desmochados, esperando el siguiente golpe de lluvia y viento para derrumbarse por completo.
¿Vamos a dejar que desaparezca este patrimonio? ¿Por qué nos cuesta tanto valorar la arquitectura tradicional?
Se trata, sin duda, del mejor legado de nuestros antepasados… Cuando hagamos ese ejercicio, empezaremos a recibir buenas noticias en nuestra comarca.
Las fotos son de nuestra amiga Iria Benéitez